jueves, 28 de febrero de 2013

Echando la caña 2.

Ainhoa va caminando por los pasillos y cae un cubo lleno de gusanos. De repente, sorprendiéndola, Ulises sale a su encuentro. 
Ulises: Muy bien, yo te quito el bikini y tu me tiras la basura, ya estamos en paz, ¿no chivata?
Ainhoa: ¿Chivata?
Ulises: Sí. 
Ainhoa: ¿De qué vas? Me arrancas el bikini y encima me tiene que hacer gracia o te tengo que tapar ¿o como es esto?
Ulises: No, no. Si ya sabemos que tu no eres mucho de tapar. Ahora, que a tu papá no le va a hacer mucha gracia que hagas topples en el barco. - Dice Ulises mientras recoge lo que Ainhoa había tirado. Esta, riéndose, le da una patada con el pie al cubo y lo vuelve a tirar. 
Ainhoa: Me parece que tu papá tampoco le va a hacer nada de gracia que dejes toda la basura desperdigada por el pasillo.
Ulises: Tienes toda la razón. - Dice Ulises cogiendo el cubo y volviendo a recoger todo. - Porque la puedo dejar en tu cabeza. - Dice Ulises tirándole todos los gusanos mojados por la cabeza a Ainhoa. - Oye, si ves que no se te va el olor, se lo dices a tu mamá y de paso que te de los azotes que no te dió de pequeña ¿eh?
Ainhoa: ¿Dónde vas? - Dice Ainhoa mientras ve que Ulises se mete en los congeladores del barco. Esta la sigue y cierra la puerta. Lo coge del brazo y lo pone mirando para ella. - A mi madre ni la nombres, ¿me oyes? A mi me dices lo que tu quieras pero a mi madre ni palabra. - Seguidamente Ainhoa se va hacia la puerta, pero no puede abrirla. 
Ulises: Chivata, la hemos cagado. 
Ainhoa empieza a gritar pidiendo socorro y Ulises va viendo lo que hay en el congelador del barco. Los dos empiezan a tiritar por el frío que hace y Ainhoa se da por vencida en la tarea de gritar para que los oigan. De repente, se escucha un extraño ruido. 
Ainhoa: ¿Has oído eso?
Ulises: Esa es la parte del casco. ¿Quieres un poco de dromón? Está que te cagas. De verdad, chica, alégrate un poco. Llegaremos a Tenerife de un momento a otro, cuando paren las máquinas nos sacarán de aquí ¿vale? De verdad, tranquilízate. 
Ainhoa: Estamos a 20 grados bajo cero, con mucha suerte aguantaremos 4 horas. 
Ulises: Ya, pero tenemos un poquito de anticongelante. - Dice Ulises cogiendo una botella de alcohol. - El alcohol quita el frío ¿no? Y alegra la vida, que te hace falta, guapa. 
Ainhoa: El alcohol es un vaso dilatador, hará que entres más rápidamente en calor y que tus tejidos se contraigan y así poco tu ritmo cardíaco se detendrá. 
Ulises: ¿Por qué no dejas de taladrarme con las 1000 formas de acabar muerto en un congelador? Por favor. - Dice Ulises mientras empieza a dar pequeños saltitos. 
Ainhoa: Ah, perdón. 
Ulises: ¿Tienes frío?
Ainhoa: No. 
Ulises: ¿No? Pues tu camiseta no dice lo mismo. - Dice Ulises fijándose que en la fina camiseta de mangas cortas roja de Ainhoa sus pezones ya se notan por el frío. Ainhoa al verlo se tapa con las manos como puede. - Madre mía. 
Ainhoa: Eres un imbécil y com sigas saltando lo único que vas a conseguir es perder las calorías más rápidamente. - Automáticamente Ulises deja de saltar. 
Ulises: ¿Me vas a dar clases tú de supervivencia? ¿Qué la única ropa que tienes puesta la tienes mojada? - Dice Ulises tocándole una de las mangas de la camiseta. - Quítatela. La ropa la tienes mojada y te vas a congelar. - Dice Ulises quitándose su chaqueta de tirantas y quedándose en camiseta de tirantas. - Y lo sabes. Ponte esto, que no voy a mirar, me doy la vuelta. - Ulises se da la vuelta y Ainhoa enfadada se quita su camiseta y va a coger la chaqueta, pero Ulises se la quita y se da la vuelta. 
Ainhoa: ¿Me la das, por favor? 
Ulises: Sí, toma. 
Pasa el tiempo y los dos están ya tiritando y con los labios totalmente morados. 
Ainhoa: ¿Quieres meter las manos debajo de la sudadera y así juntos guardamos el calor?
Ulises: ¿Así, sin más? Sin un cine, sin una cita. 
Ainhoa: Eres imbécil. Nos estamos congelando, ¿o te da verguenza?
Ulises: No. 
Ainhoa: Pues venga. - Los dos se acercan y Ulises mete una de las manos por debajo de la chaqueta que lleva puesta Ainhoa. Esta empieza a gritar y Ulises comienza a reirse. Seguidamente mete la otra. - Estás temblando. 
Ulises: ¿Qué dices? Si yo llevo muy bien el frío. Vamos, que yo he pasado mucho frío ahí fuera ¿sabes? Igual deberías abrazarme tú también, para mantener el máximo calor posible.  - Ainhoa sonriendo, le hace caso y mete sus manos por debajo de la camiseta gris de Ulises. Los dos acaban completamente abrazados. Ulises empieza a subir las manos y Ainhoa empieza a reirse. - ¿Qué pasa?
Ainhoa: Que me estás tocando un pecho, Ulises. 
Ulises: ¿Qué te voy a estar tocando un pecho, niña?
Ainhoa: Que sí. 
Ulises: Que no. 
Ainhoa: Que sí hombre, que sí. 
Ulises: Que no, lo que estoy intentado es subir la mano a la axila porque allí es donde se guarda mejor el calor, ¿no lo sabías?
Ainhoa: Pues corrige el rumbo 30 grados, marinero, porque me parece que vas en otra dirección. 
Ulises: Además, tampoco me gustas. Me pareces demasiado fría. 
Ainhoa: ¿Ah, sí? A mi tampoco me gustas tú ¿eh?
Ulises: ¿No?
Ainhoa: No. 
Ulises: ¿Y quién te gusta? ¿Alguien del barco? El guapete del albornoz. No puede ser, venga, ¿no me jodas?
Ainhoa: Pero, ¿por qué no?
Ulises: ¿Cómo te puede gustar un tío que espera para ponerte un albornoz?
Ainhoa: Pues a mi me parece muy sexy. Además, es el profesor de supervivencia y estoy segura de que si me hubiera quedado encerrada aquí con él me hubiera sacado hace ya un ratito. 
Ulises: Ya se como salir de aquí. Quítate la ropa. - Dice Ulises quitándose la camiseta. 
Ainhoa: ¿Qué?
Ulises: Que te quites la ropa. 
Ainhoa: Tú estás mal. 
Ulises: ¿Quieres que te la quite yo?
Ainhoa: No, no me vas a quitar la ropa. 
Un rato después, Ainhoa está en sujetador y bragas y Ulises en calzoncillos, sentados en el suelo quemando la ropa. 
Ainhoa: ¿Qué posibilidades hay de que esto salga bien?
Ulises: El barco es de madera, la normativa dice que tiene que haber un detector de humo cada 5 metros y aquí hay uno. La única oportunidad que tenemos es hacer saltar la alarma del puente, porque allí siempre hay gente. 
Ainhoa: ¿Si no nos oyes o no funciona?
Ulises: Bueno, pues si no nos oyen cambiaremos el morir de frío por morir porque no hay ventilación. Tengo los dedos congelados, se me resbala. - Dice Ulises intentando encender el mechero y no poder. 
Ainhoa: Vale, tranquilo. - Ainhoa lo coge y empieza a soplarlo para darle calor, después coge las manos de Ulises y hace lo mismo. - ¿Mejor?
Ulises: Estoy congelado. - Entonces, Ainhoa, ya sin saber que hacer, empieza a chuparle los dedos. Ulises se suelta de Ainhoa y consigue encender el mechero, quemando la ropa. 
Ainhoa: Creía que era imposible hacer fuego en un congelador. 
Ulises: A veces las cosas imposibles suceden. Si sale mal, por lo menos habremos pasado una buena tarde ¿no?
Ainhoa: Sí. Pero tengo mucho frío. - Ulises se acerca a ella y la abraza. 
Tiempo después, llenos de humo y tosiendo consiguen salir del congelador, ya que Ricardo, el padre de Ainhoa ha ido a rescatarlos. 
Ricardo: Cariño, ¿estás bien? Estas helada. 
Ainhoa: Ha sido culpa mía, entramos y se me olvido poner el tope de la puerta.. 
Ulises: Asumo los cargos mayores, capitán. Ha sido mi culpa. 
Ricardo: No lo dudo. Cariño, ¿pero qué estamos haciendo aquí, hija? Anda, sube con Salomé, que te prepare una sopa. 

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